El 27 de septiembre de 2024, se llevaron a cabo manifestaciones en diversas ciudades de la República Dominicana en rechazo a la migración irregular de nacionales haitianos. Estas protestas surgieron en un contexto de creciente preocupación por el impacto social y económico de la inmigración no regulada, y buscan visibilizar el descontento con las políticas migratorias actuales, así como exigir el cumplimiento de las leyes vigentes.
Este movimiento social no se enmarca dentro de una agenda política partidista, sino que fue organizado por un colectivo llamado "La Antigua Orden Dominicana", conocido por su defensa de valores tradicionales y conservadores. Su mensaje principal es la necesidad de proteger la soberanía nacional y asegurar que las leyes migratorias se apliquen con rigurosidad. A través de una narrativa que ha ganado terreno en redes sociales y medios de comunicación, los organizadores señalan que, de no tomarse medidas inmediatas, algunos sectores de la población se verían forzados a actuar por cuenta propia.
Las críticas hacia las autoridades se han centrado en la figura del presidente Luis Abinader, quien, a menos de un mes de asumir su segundo mandato, enfrenta cuestionamientos por no haber implementado soluciones claras frente a esta problemática. A pesar de que el presidente ha reconocido la situación en discursos recientes, las manifestaciones subrayan el sentimiento de frustración de ciertos sectores que consideran que las acciones gubernamentales han sido insuficientes.
Estas protestas buscan, además de captar la atención del gobierno, sensibilizar a la población sobre la importancia de hacer cumplir las normativas de inmigración y promover el respeto a la soberanía nacional, principios que, según los manifestantes, deben ser prioridad en cualquier gestión gubernamental. Aunque el tema puede parecer ligado a las circunstancias actuales, su relevancia trasciende el momento específico en el que se desarrollaron las protestas, al tocar cuestiones fundamentales sobre el control fronterizo, la seguridad interna y la estabilidad social que probablemente seguirán vigentes en el futuro.
En un contexto donde las dinámicas migratorias son cada vez más complejas, la atención sobre los efectos de la inmigración irregular en la República Dominicana plantea desafíos importantes en términos de gobernanza y cohesión social. Las manifestaciones del 27 de septiembre pueden entenderse como parte de una tendencia más amplia que busca respuestas claras y soluciones efectivas para gestionar los flujos migratorios en consonancia con los intereses de la nación.